El temor a la llegada de un Pulso Electromagnético (PEM) procedente del Sol está más que fundado en realidades pasadas. En el año 1859 se produjo una gran eyección de masa coronal o llamarada solar. A partir del 28 de agosto, se observaron auroras que llegaban hasta el norte de Colombia. El pico de intensidad fue el 1 y 2 de septiembre, y provocó el fallo de los sistemas de telégrafo en toda Europa y América del Norte. Los primeros indicios de este incidente se detectaron a partir del 28 de agosto de 1859 cuando por toda Norteamérica se vieron auroras boreales. Se vieron intensas cortinas de luz, desde Maine hasta Florida. Incluso en Cuba los capitanes de barco registraron en los cuadernos de bitácora la aparición de luces cobrizas cerca del cenit. En aquella época los cables del telégrafo, invento que había empezado a funcionar en 1843 en los Estados Unidos, sufrieron cortes y cortocircuitos que provocaron numerosos incendios,. De otra parte, varios paises del club de la energía atómica han experimentado la producción de PEMs como un efecto secundario de las pruebas atómicas. Se vio que tras una explosión nuclear se dañaban e inutilizaban todos los aparatos electrónicos en un cierto radio de acción. La mayor radiación gamma, sobre todo, es altamente penetrante e interactúa con la materia irradiando e ionizándolo todo, incluido el propio aire circundante. La radiación gamma se consume rápidamente y crea un campo electromagnético zonal de kilómetros de diámetro.
Por tanto, nosotros y nuestro entorno se podría ver sometido a un PEM, tanto por causas naturales como producidas por el hombre. En cualquier caso, un pulso electromagnético (EMP) producido por el Sol, similar al evento Carrington de 1859, tendría efectos significativos y potencialmente devastadores en la tecnología moderna. El evento Carrington fue una tormenta geomagnética extremadamente poderosa, creó efectos aurorales espectaculares, pero también interrumpió las redes telegráficas que existían en ese momento. En la actualidad, un evento de magnitud similar afectaría la infraestructura tecnológica de varias maneras: Redes eléctricas: Las corrientes geomagnéticamente inducidas (GIC) podrían fluir a través de las redes eléctricas de alta tensión, dañando transformadores y otros componentes críticos. Esto podría provocar apagones extendidos y duraderos, afectando a millones de personas. La reparación de estos daños podría tomar semanas, meses o incluso años en los casos más extremos, debido a la complejidad y coste de los transformadores de gran tamaño. Satélites y comunicaciones: Un EMP solar podría dañar o destruir satélites en órbita, afectando la navegación GPS, las comunicaciones de telefonía móvil y la transmisión de datos. Esto tendría un impacto directo en casi todos los aspectos de la vida cotidiana, desde la navegación personal hasta las operaciones comerciales y militares que dependen de la precisión del GPS. Tecnología de la información y comunicaciones (TIC): Los sistemas de telecomunicaciones y las redes de datos podrían experimentar interrupciones significativas. Los equipos electrónicos, los centros de datos y las infraestructuras de internet podrían sufrir daños debido a las fluctuaciones de energía y las corrientes inducidas, lo que afectaría el comercio, la banca, y los servicios de emergencia. Transporte: Los sistemas de control para el transporte aéreo, marítimo y terrestre podrían verse afectados, lo que provocaría interrupciones en los viajes y en la logística de distribución de bienes. Sistemas de agua y saneamiento: Estos sistemas podrían fallar si las bombas eléctricas y los controles electrónicos se ven afectados por la falta de energía, lo que tendría un impacto directo en la salud pública y la higiene. La dependencia de la sociedad moderna en la tecnología electrónica y las redes eléctricas hace que un evento EMP solar de gran magnitud sea una preocupación seria. La preparación para un evento de esta naturaleza implica la mejora de la resiliencia de la infraestructura crítica, incluyendo la protección de los sistemas eléctricos y de comunicaciones, así como la creación de planes de emergencia y recuperación a largo plazo.